
Todavía recuerdo cuando hace ya cerca de 30 años al serrano Pepe Hidalgo empezaban a conocerlo como Pepe aviones, a raíz de que estableciera la línea aérea Salamanca-Zurich. Se avecinaban tiempos de cambio cuando cada domingo, al caer la tarde, llegaba a Matacán un flamante DC-9 de Aviaco que llamaba la atención porque entonces, esa nave era la reina de los cielos, junto a su impresionante fuselaje azul marino, característico de esa compañía.
Aquellos vuelos, en sus inicios gozaron de tanta expectación popular que poco antes de llegar el avión de Suiza (como lo denominaba la gente), Matacán se convertía en una especie de romería al que acudía el personal para ver de cerca ese gigantesco aparato, tan distinto de las clásicas aeronaves que había entonces Matacán, como los DC-3, ya en su etapa final y la llegada de los primeros Aviocar, que junto a las pequeñas avionetas de la ENA eran tan familiares en los cielos charros.
Desde entonces y hasta hoy, el aeropuerto charro ha acogido numerosos vuelos. Porque después, durante un tiempo, se puso en marcha una línea a Barcelona. Más tarde numerosos charter hacían escala en Salamanca y desde aquí volaban, preferentemente, a las Canarias, hasta que hace varios años, otra vez Pepe Halcón apostó de llenó por Matacán y cada semana salían aviones a Mallorca, Tenerife, Málaga... en los mejores tiempos de la explotación comercial del aeropuerto charro.
Pero mira por cuanto que Salamanca goce de un magnífico aeropuerto con una de las mejores pistas de España (gracias a las numerosas actividades docentes de la Base Aérea de Matacán y a la escuela de pilotos Adventia) debe escocer tanto a los jerifaltes de Valladolid, que llevan años con ganas de quitarle su utilidad comercial. Y dedicarlo únicamente a las otras actividades para que quien quiera volar tenga que ir a Villanubla.
Porque parece que en Pucela, cada vez que se anuncian las cifras de movimiento de pasajeros de Matacán, a más de uno lo corroe tanto la envidia y la mala leche que desde hace tiempo no dejan de cerrar puertas para impedir su normalidad.
Ahora, la última que tienen apuntada es pretender quitarle su categoría, mientras que Valladolid se ha convertido en una pesadilla para Salamanca. Sobre todo por la brutal centralismo que ejerce sobre el resto de una Comunidad, como la nuestra, que carece de sentido histórico y mientras no se demuestra otra cosa, tiene la principal función de llevarlo todo a la capital pucelana. Porque si hay cuatro perras en Salamanca o en Soria, ya se buscan la vida para invertirlas a la vera del Pisuerga. Si hay carreteras de la Junta tan tercermundistas como la que une Ledesma y La Fuente, que se olviden, que primero son las de Valladolid. Y los políticos charros a tragar, porque si abren la boca para protestar, y se molesta algún jefe de Valladolid, adiós poltrona, que a fin de cuentas –mientras no demuestren lo contario– es lo único que le interesa, vamos lo que trae el cargo (el cocheoficial, la visaoro, las dietas y el sueldazo).
Por eso duele que quieran barrer de un plumazo los vuelos comerciales de Matacán para desplazarlos a Villanubla, en otra desconsideración al resto de esta supuesta Comunidad. Porque el centralismo de Valladolid no trae más que miseria y tenemos que ver con envidia la evolución de Comunidades tradicionalmente más pobres, como Extremadura o Castilla-La Mancha.
Eso sí, lo que Valladolid no puede borrar en la añoranza es la llegada avión de Suiza, como se conocían a los DC-9 de Aviaco que, cada domingo, convertían a Matacán en una romería.